miércoles, 10 de agosto de 2011

EL CISNE NEGRO (BLACK SWAN)

Dirigida por Darren Aronofsky (2010)


Si bien es cierto que los seres humanos buscamos casi siempre razones para vivir, la situación se vuelve difícil cuando además carecemos de una identidad propia. En ese caso trascendemos, o creemos trascender a través de una posesión o de un estatus. La falta de un sentido de valor puede volver la búsqueda en una situación de vida o muerte. Si consigo tal valgo como persona, soy persona, merezco ser persona. Si no lo consigo, no soy nada ni nadie… no merezco nada, incluso no merezco vivir.

A veces esta mentira nos la han hecho creer. ¡Nos han engañado! Perdiendo de vista que somos seres desnudos, alguien nos dijo que es la ropa lo que nos hace humanos. Perdiendo de vista que en la vida vivir es un objetivo que se basta a si mismo, nos han dicho que requerimos de “un sentido”. Pareciera que habiendo resuelto el problema de la sobrevivencia, nuestra vida se ha quedado sin razón de ser.

Hace mucho tiempo los seres humanos nos levantábamos todos los días con el único objetivo de vivir, de trascender el día, conseguir alimento y cuidar de no ser devorados por alguna bestia. Convivíamos con el sol, estábamos acostumbrados a sentir el viento y a tocar la tierra con los pies. No teníamos tiempo de pensar ¿porqué existo? ¿Qué voy a hacer cuando sea viejo? Mucho menos teníamos tiempo de pensar en ser perfectos. ¿En qué momento se nos ocurrió tal cosa? Ser perfectos… ¿Para qué?

¿De qué trata el Cisne Negro? De la vida sin sentido. De una mujer que quiere ser, precisamente, perfecta en todo, que destruye la pasión de un arte y lo convierte en un método exacto: Nina. De una madre igualmente vacía y frustrada, que ha hecho de su hija una extensión de sí misma. No tiene otro tema. Cree amarla pero la asfixia. Literalmente, no la deja ni rascarse. Utiliza a su hija como escusa para justificar su existencia. No es porque la ame ni porque no la ame, es que no tiene otra cosa que le dé sentido a su vida. No la deja crecer ni mucho menos ser libre porque entonces tendría que voltear a verse y no encontraría nada más que a una mujer vacía.

Thomas, el director, es un tipo inteligente y astuto. Sabe vivir y se aprovecha de la ingenuidad y de las necesidades existenciales de sus “alumnas” por llamarles de alguna manera. Es usurero. Ellas tienen necesidad de ser grandes y famosas. Tienen necesidad de ser. El las alza como a un niño y las arroja al aire, para, después de un rato, dejarlas caer y que se estrellen contra el piso. Ellas le lisonjean. Nina no. Lo intenta torpemente porque además no lo sabe hacer. Es, como le llama Thomas, frígida. Pero su frigidez se extiende a casi toda su vida, no sabe disfrutar nada, su mundo es blanco y negro y va calificándose y calificándolo todo: “Está bien. Está mal” “Está bien, Está mal”. Se para derechita para que el director vea lo disciplinada que es, y al ver que eso no es suficiente, a lo más que llega es a decirle “quiero que sepas que estuve ensayando mucho”. Palabras más, palabras menos. Cuando Thomas le pide que se convierta en cisne negro, en realidad le pide que deje de ser obsesiva, y la única manera que Nina encontró para ser un cisne negro, no fue curándose, no fue exigiéndose menos, no fue “dejándose ir”, fue enloqueciendo. Esforzándose por ser más perfecta. Cruzó la barrera de la perfección, ahí donde ya no se puede encontrar más que la locura. Exigiéndose más y más, lo logró: fue perfecta. Y después ya no quiso saber nada, prefirió morir pues sabía que no podría soportar perder ese momento. Cualquier otro paso hubiese sido un fracaso y todos sabemos que en el punto más alto, en el centímetro más elevado de la cima, cualquier movimiento implica descender. Ella no sabe tolerar el fracaso, ella no fracasa: se convierte en el fracaso. Es la peor juez. Implacable. Está bien o está mal. Vale o no vale.

Beth. Una mujer que dio su vida al ballet. Estuvo en la cumbre y parecía tenerlo todo, pero no estaba dispuesta a perder nada. Se aferra y sufre. Se siente desterrada de su propia vida. Pudiéndose ir por la puerta grande, se niega, no tiene a donde ir, no tiene en quien convertirse. Parece que nadie le dijo que todo se termina. No está deprimida. Está sumamente enojada y vuelca todo su desprecio hacia si misma. Es una lástima.

Lily. La más sana de todas. A pesar de que algunas de sus acciones son cuestionables. Sonríe. Se mueve con soltura y sabe aceptar las cosas como van llegando y no pensando cómo deberían ser. No es perfecta en el baile, pero sabe de lo que se trata. Tiene pasión. No se queda paradita esperando a que la escojan. Se muestra tal cual es y sabe que será suficiente. Desea también interpretar ambos cisnes, pero también sabe vivir sin serlos y lo hace con la misma intensidad.

El Cisne Negro no es una película de ballet. Es un retrato de la sociedad actual, de sus valores. Aronofsky tiene la virtud de retratar la personalidad detrás de la máscara, igual que como lo hizo en El Luchador. ¿Qué me deja la película del Cisne Negro? Que los seres humanos tratamos de compensar de muchas maneras nuestra falta de valía. Que cuando hacemos algo con pasión no es necesario ser perfecto.